Stanislaw Lem recurre a la remota era del neogeno, el perÃodo decadente de la cultura precaótica, en la que la vida de los seres humanos y la totalidad de los acontecimientos se registraban en un derivado de la celulosa llamado papiro, hasta que la infección de papirólisis, con magnitud de epidemia, acabó con todo el material escrito. Sin embargo, debido a un accidente fÃsico, el último reducto, el Edificio, donde pudieron conservarse documentos escritos, quedó a salvo de la destrucción, y el año 3146 fue descubierto por un grupo de arqueólogos; no existe acuerdo sobre la veracidad de su contenido, y su comprobación es imposible si no se consiguen más yacimientos que puedan utilizarse como contraste, pero los documentos encontrados, unas Notas llamadas también Memorias encontradas en una bañera por el lugar de donde fueron rescatadas, se han hecho públicos para que los historiadores puedan reconstruir los hechos que acaecieron en la era papirólica.
El documento encontrado consiste en un informe de un oficial de la inteligencia, detallando sus idas y venidas por la kafkiana estructura hiperburocratizada del Edificio, situada en una construcción subterránea bunkerizada, en busca de las instrucciones para una supuesta misión secreta cuyo oscuro objeto parece indescifrable.
«… Aquà todo es aparente, hasta la traición, hasta el crimen, hasta la omnisciencia; no solo es imposible, también es innecesaria, dado que alcanza con su imitación, con un fantasma tejido de denuncias, alusiones, palabras de un sueño, jirones pescados en la cloaca, periscopios… Lo importante no es la omnisciencia sino la fe en ella…».
La ironÃa, en su acepción de «expresión que da a entender algo contrario o diferente de lo que se dice, generalmente como burla disimulada» (DRAE) es, con toda probabilidad, una de las armas más efectivas de que dispone la facción alternativa al sistema para evidenciar las carencias de este, al mismo tiempo que, a diferencia del sarcasmo, que se limita a ese señalamiento, propone, para quien sepa descifrarlo, al menos una de las propuestas viables para remediar esa falta. El hecho de que la ironÃa vaya asociada, por lo general, con el humor, no implica que no exista una variante seria, hecho que reforzarÃa su carácter generador, otra vez en oposición a la actitud sarcástica; además, juega también a su favor su tránsito al borde del absurdo, aunque sin cruzar esa definitoria frontera. Lem, irónico sin llegar a la burla, humorÃstico sin escarnio, burlón sin causticidad, dibuja a menudo un futuro en el que uno imagina a la Humanidad camino de la extinción con la misma predisposición que Brian ante su crucifixión.