La literatura es una especie de amistad asimétrica, en la que uno de los implicados no tiene noticias del otro. La amistad se basa en conversaciones, en comunicación, en presencias. En la literatura, uno de los amigos (el lector) suele estar solo, escucha atentamente siempre al otro (el escritor, que también está solo en otro momento del pasado) y asà se forja una formidable relación, un diálogo distante en dos tiempos, cuyos lÃmites son difusos y están marcados por una simpatÃa clandestina y llena de ficciones, y que, como el propio Enrique Vila-Matas asegura en este libro, también está amparada por la admiración. Además, el diálogo amistoso del arte de leer lo que otro escribe suele ser en diferido, lo que incrementa esa asimetrÃa a la que aludÃamos.
Enrique Vila-Matas, personaje de su propia creación, «yo visible literario de su obra», que dijera Ãlvaro Enrique, ha trabado en este libro semificcional una escritura basada en la amistad (y la admiración). La persona que le acompaña por los jardines de Marienbad es Dominique González-Foerster, una artista francesa de gran prestigio, que al igual que Vila-Matas, elabora obras escurridizas, desafiantes, que sobrepasan con creces las frágiles fronteras de los géneros.
Las relaciones entre arte y literatura no son nada nuevo en la obra de EVM. Su anterior novela, Kassel no invita a la lógica, trataba de un escritor que acudÃa a la Documenta de Kassel para convertirse él mismo en una instalación portátil, en un objeto artÃstico vivo. E igualmente, uno de sus mejores relatos, Porque ella no lo pidió nos sitúa en un escenario de ficción en el que los propios personajes juegan a ser objetos en una performance invertida, figuras extraÃdas de la realidad para convertirse en piezas de arte, en proyectos de una narrativa que antecede la propia experiencia.
Ahora, menos ficcional que testimonial, pero sin perder ese aire walseriano de paseo delicioso, EVM nos invita a recorrer sus encuentros con la artista francesa. Encuentros en el café Bonaparte o en la exposición en el Palacio de Cristal, Splendid Hotel, un lugar en el que la ausencia -otro de los temas vila-matianos- se convierte en el centro mismo de la acción.
Hay bastantes paralelismos entre el escritor barcelonés y DGF. Él -«un cineasta secreto»- parte de la imagen eléctrica de la escritura con claras intenciones de construir una obra artÃstica total. Y ella, según parece, se confiesa una escritora frustrada que desarrolla sus obras a partir de lecturas, de libros. Ambos transforman espacios, el uno de un modo simbólico; ella, a través de sus instalaciones. Pero en el fondo, los dos son escritores de una literatura que está un paso más allá de la propia literatura, del mundo como texto, «gran ficción que DGF (y EVM) lee todos los dÃas». En Splendid Hotel, obra de DGF, sin ir más lejos, hay una narratividad que se aproxima a lo novelesco. Existe la construcción de un universo, la intertextualidad como seña de identidad y sobre todo ese giro mise en abyme consistente en incluir una narración dentro de otra. Y por supuesto, en Splendid Hotel está esa habitación impenetrable, ese lugar wakefieldiano, del que Vila-Matas es su único habitante.
La relación de amistad entre EVM y DGF está regida por la desunión y la conexión al mismo tiempo. El baile entre los dos artistas es caprichoso pero fructÃfero. Este libro es el último de los ejemplos, pero también reconoce Vila-Matas que, por citar otro ejemplo,  ya su novela Dublinesca «fue a mezclarse con los preparativos de TH.2058». (Otra obra de DGF.)
Marienbad eléctrico puede leerse como un diario dual de ideas, proyectos anfibios que la artista y el escritor han compartido, experiencias que han vivido, momentos que les han unido. Como aquella vez que llegaron al mismo tiempo a la casa museo de GarcÃa Lorca, como tantos encuentros fÃsicos y artÃsticos que el escenario de la vida provee a estos dos actuantes de su propia fantasÃa.
En Marienbad eléctrico, pequeño divertimento en el que vida y literatura vuelven a destensar sus lÃmites, el lector podrá regresar -o continuar- al universo del mejor Vila-Matas, un espacio sin espacio, en el que se dialoga con el arte, con otros libros, otros autores, con su propia obra siempre en feliz construcción.
Libro esquivo y breve en el que la inteligencia y la sensibilidad de uno de los escritores más geniales de nuestras letras nos enseña que la gran literatura no está construida de materiales pesados, sino de leves piezas, de anécdotas, de amistades, de desafÃos a la realidad y de pasajes hacia la vida, que es lo que queda, después de todo.