Dar la vuelta al mundo y escribir una crónica semanal. Una propuesta que Ander Izagirre, con 23 años, no dudó en aceptar. La expedición tenÃa por finalidad recorrer las depresiones más profundas de cada continente. Los puntos más bajos de la tierra, a diferencia de los más altos, son lugares donde vive gente. Un viaje iniciático que estaba destinado a transformar su forma de hacer periodismo y su manera de entender la vida. La expedición comenzó en septiembre de 2000 y terminó en junio de 2001. En el año 2005 fue publicado Los sótanos del mundo, libro que reúne las crónicas escritas por Izagirre, semanalmente, para la revista Zabalik. Quince años más tarde, la editorial Libros del K.O. reedita la obra, ratificando el carácter atemporal de la buena crónica.
Los relatos de otras partes nos enriquecen y nos obligan a contrastar nuestra visión del mundo, instándolos a repensar nuestra posición. El periodismo y el viaje comparten la curiosidad como el motor que impulsa a ambos a seguir buscando continuamente. Los lugares lejanos seducen con su exotismo y la escritura los enriquece con su interpretación. Sin embargo, no todo en la escritura de Izaguirre son viajes remotos. La extensa trayectoria del periodista donostiarra combina reportajes en el PaÃs Vasco con trabajos en el exterior, libros de ciclismo, fútbol y viajes. Un ojo entrenado a encontrar historias interesantes tanto en la casa de su vecino como en el otro extremo del mundo.
Al leer a Ander Izagirre te vienen ganas de salir a la calle y ver mundo, acercarte a la gente que te rodea y escuchar sus historias. No son las andanzas del escritor las protagonistas del viaje sino su interés por poner el foco en los demás y despertar la curiosidad del lector.
«El viaje y el periodismo, cuando se hacen bien, comparten la misma esencia: sirven para acercarse a los demás».
Detrás de cada relato hay una documentación y horas de conversación con sus protagonistas. Sin embargo, lo que sustenta la fluidez del relato es el oficio. Tal como admite el propio Izagirre, y contrariamente a lo que la gente piensa, la mayor parte del tiempo su trabajo es de oficinista: largas horas frente a la computadora tecleando.
En 2017 Izagirre publicó el libro Potosà (Libros del K.O.) donde narra la situación de las personas que trabajan en las minas de esta ciudad. De los puntos más profundos a los lugares más altos donde puede vivir una persona. En los extremos se revelan de forma descarnada algunas tendencias o circunstancias. Sin embargo, no son los extremos sino las situaciones que están en los márgenes las que le interesa narrar. Aquellas historias de personas apartadas de la sociedad merecen ser conocidas. La situación en PotosÃ, por poner un ejemplo, revela de una manera muy cruda, fenómenos que pasan en amplias capas de la sociedad. Más allá de una situación particular, es un indicador que nos apela a todos.
Desde Los sótanos del mundo hasta Potosà hay un interés por rescatar la variedad de vidas humanas. No todas son trágicas o injustas. Sin embargo, no puede evitar recalar en situaciones duras. La función del periodismo es contribuir a la interpretación de las realidades con las que se topa y en señalar quién se beneficia de aquella situación. En caso contrario se puede caer en lo que se ha dado en llamar “la pornografÃa de la miseriaâ€, que consiste en narrar escenas de explotación o sufrimiento sin ninguna explicación en profundidad. En oposición a esta tendencia, Izagirre da testimonio y explica los mecanismos de las injusticias. Pero sobre todo relata que, en aquellos territorios enigmáticos, y a veces hostiles, encontraremos las voces de las personas que nos hablan de igual a igual.
Hablar de crónica periodÃstica en formato de libro nos remite directamente a la relación entre periodismo y literatura. Tanto el periodista como el escritor de ficción literaria utilizan los recursos narrativos que sean necesarios para describir una situación. La diferencia consiste en que el periodista trata con personas y hechos reales. Además, tiene un pacto con el lector: se ha comprometido a narrar con honestidad aquello que sabe que ha sucedido. A la hora de reconstruir escenas, el periodista no tiene la licencia de inventar. Debe buscar información y testimonios para combinar la exposición de datos con la narración. El texto, por tanto, tiene la capacidad de conmover y aportar una nueva interpretación de la realidad. El periodismo con botas, tal como lo entiende Ander Izagirre, es aquel que sale al encuentro del otro.