Flores vía del tren | Foto: Pexels Commons

Las flores suicidas

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Flores en la vía del tren | Foto: Pexels Commons

Vivimos un tiempo extraño por irreflexivo y laxo. La sociedad actual se caracteriza por la banalidad en casi todos los ámbitos de la vida. Y la literatura no podía ser ajena a esta circunstancia, a esta corriente que nos arrastra, si no ponemos remedio, al abismo. Escribir se ha convertido en un acto mecánico, carente del más mínimo respeto a la tradición y a los valores inherentes al hecho en sí de la creación, que no son pocos. Todo vale si al final el nombre queda estampado en la portada de un libro. No existe filtro alguno, todo es publicable, aunque transgreda las normas más elementales que debe reunir un texto. Ya no existen editoriales que se arriesguen a publicar un texto si antes el “escritor” no abona la parte correspondiente, es decir, no se autofinancia dicha edición. Y así nos va, claro.

Afortunadamente, alguna vez nos encontramos con agradables sorpresas, como es el caso del libro Las flores suicidas, de Juan Herrezuelo (Palencia, 1966), si bien reside en Almería desde 1978. Reúne su autor en este libro cinco magníficos relatos, y no es extraño pues a pesar de que Juan Herrezuelo no es un autor muy prolífico, si es cierto que su obra publicada hasta ahora es de un enorme interés y calidad, como así lo demuestran su novela El veneno de la fatiga (1999), con la que Muñoz Molina distinguió al decir: «Nna vehemencia narrativa llena de belleza», y dos libros de relatos: Desde el lugar que me oculto (1991) y Pasadizos (2011). Con la narrativa de Juan Herrezuelo nos llega un aire fresco pero con una gran influencia de la tradición literaria española, también anglosajona.

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Gusta Herrezuelo de la formación de una estructura narrativa coherente, construyendo así un gran armazón que sostenga el relato hasta su conclusión. No se le escapa a Herrezuelo la importancia de la observación y la descripción narrativa como espacios singulares donde hospedar a los protagonistas de las historias y desarrollar así una narración que en ningún momento pierda esa tensión tan necesaria para que el lector no desfallezca y abandone antes de tiempo la lectura. Herrezuelo conoce bien los tiempos y las diversas técnicas narrativas. Su discurso siempre se basa en la observación y posterior reflexión sobre todo aquello que le rodea, sean unas palomas de un parque o un crimen, de manera que la realidad pueda trascender en ficción y viceversa, en un juego de contrarios capaz de mantener la tensión del discurso narrativo y la atención del lector de principio a fin.

Herrezuelo es un potente narrador, que no se conforma con poco, que en su tremenda y vital pasión por la literatura nos muestra los mundos más dispares, con tal esencialidad y belleza que no es baladí afirmar que nos hallamos ante un escritor de raza. Cinco relatos, como se ha dicho, conforman este libro que, lamentablemente, quedó solo como candidato a finalista del Premio Andalucía de la Crítica correspondiente a los libros publicados durante 2017, pero que no resta valor alguno a las extraordinarias narraciones que lo contienen. Hay que decir, en honor a la verdad, que todas estas narraciones son de una actualidad rabiosa, y que en cada una, el universo creado por su autor está circunscrito a una realidad que maneja que sabiduría narrativa hasta el punto de dejarnos con un sabor agridulce, consecuencia de esa trascendencia de lo real en lo imaginario, de esa capacidad para adentrarnos tanto en los personajes como en el paisaje desolador presente y futuro para cuantos habitamos el planeta Tierra.

Cinco relatos que nos abren las puertas a abismo individual o colectivo en el que nos sitúa Herrezuelo dependiendo de la historia que se cuenta. En el primero, el desengaño de lo aparente, en el caso de las palomas, la soledad como eje central: «…el número creciente de palomas se correspondía con el número creciente de personas que se sentían solas»; los miedos, la derrota, como la que abriga un desempleado cualquiera, en el segundo relato:

«Vomítalo todo, aunque sepas que es solo rabia, que el fracaso no se expulsa, el fracaso permanece ahí, el fracaso y el miedo y las cenizas por dentro es lo único real».

El juego de identidades que produce la realidad y la ficción, en el tercero; el retrato de una sociedad pacata e insensata y la personalidad laberíntica de un presentador de radio, el cuarto; para concluir con el que es, sin duda, el relato central de da título a este libro: Las flores suicidas, el más extenso y el que nos lleva a reflexionar más profundamente sobre la que será, si no somos capaces de evitarlo, la crisis más grave para la humanidad, y que nos puede llevar a la mayor de las catástrofes: la destrucción del planeta, consecuencia del cambio climático que ya es una realidad, pero narrada de forma tan sutil como magistral, donde se nos muestra la fragilidad de la humanidad a través de un viejo profesor acusado de asesinato que no hace sino preguntarse sobre el arte, el pensamiento, la filosofía para concluir con la  única certeza posible: que de seguir así la humanidad se autodestruirá en breve. Con una prosa lumínica Juan Herrezuelo se constituye en un valor en alza como cuentista y narrador, un escritor a destacar dentro del panorama literario español.

José Antonio Santano

José Antonio Santano (Baena, Córdoba, 1957), cultiva la poesía, narrativa, ensayo y crítica literaria. Actualmente es miembro de la Asociación Española de Críticos Literarios y de las Juntas Directivas de ACE-A (Asociación Colegial de Escritores de España, Sección Autónoma de Andalucía), AAEC (Asociación Andaluza de Escritores y Críticos Literarios).

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