La ciencia-ficción rusa, un caso particular por la influencia que parecieron ejercer sobre ella las radicales etapas de su evolución polÃtica de los últimos doscientos años, un fenómeno no observado, al menos con la misma intensidad, en la historia del género del resto de literaturas occidentales ―aunque estos últimos años, con la llegada a Europa de autores chinos, parece que el fenómeno ruso no es tan exclusivo como aparentaba; algo debe tener el comunismo que excite de tal forma la literatura crÃtica con el régimen―, podrÃa observarse, según el criterio temporal, agrupada en tres grandes perÃodos: el presoviético, el estalinista y el posestalinista.
En el primero de ellos, transcurrido entre los últimos años del régimen zarista y el fracaso de la revolución de 1905, el género, en plena definición, se desvÃa del camino tradicional, compartido con occidente, excepto por algunas particularidades de raÃz asiática; los textos destacan su carácter utópico presagiando al comunismo como ideologÃa definitiva, anticipándolo para un futuro no muy lejano y atribuyéndolo a sociedades extraterrestres avanzadas.
Con la llegada al poder del régimen estalinista, las utopÃas procomunistas se van convirtiendo en distopÃas. El estalinismo ha comenzado a mostrar su peor cara y ha hecho presa entre los intelectuales y los escritores no convenientemente afectos; estos, más inteligentes que sus censores ―un fenómeno recurrente en todas las dictaduras, incluida la que ocupó cuarenta años de la historia española―, utilizan la literatura de género, en especial la de ciencia-ficción, para mostrar las vergüenzas del Estado; sobreviven, naturalmente, unos pocos partidarios del estalinismo, pero estos se limitan a emplear la literatura como pura propaganda. Esta crÃtica al sistema mediante la fábula, la metáfora o la alegorÃa se extiende a la órbita polÃtica soviética y aparecen opositores literarios en todo el ámbito del telón de acero. No obstante ese florecimiento, la denominada Edad de Oro de la ciencia-ficción norteamericana no encuentra su reflejo en la Europa oriental, pues pocos escritores de allà llegan a manos de los lectores occidentales.
La relativa apertura que significó el fin del estalinismo provocó que los autores de ciencia-ficción, de forma parecida al resto de escritores, se atrevieran a ser más explÃcitos. La represión continuó, pero de forma más leve ―el exilio en lugar del gulag― en la URSS, pero fue perdiendo fuerza en los paÃses satélites hasta su total extinción. El género recuperó su carácter universalista, aunque mantuvo algunos trazos particulares, presentes aún hoy en dÃa, que lo diferencian de lo que se publica en occidente.
La antologÃa Pioneros de la ciencia ficción rusa (1892-1929) recoge once relatos, inéditos en castellano, escritos por nueve escritores y circunscritos al primero de los tres perÃodos citados; algunos de los relatos remiten más al género fantástico que a la ciencia-ficción, mientras que otros, en la actualidad, podrÃan circunscribirse al género de terror.
Alekséi N. Apujtin es de la opinión de que la vida eterna debe ser un asunto muy aburrido que más parece un castigo que un premio, porque no se puede llamar vida a estar eternamente deseando reencarnarse; parece una alternativa mejor olvidarse de tanta beatitud y experimentar las alegrÃas y los dolores del ser humano.
Porfiri P. Infántiev escribe la que parece ser primera manifestación de la ciencia-ficción marciana en Rusia, el primer año del siglo XX. Debido a ciertos tintes procomunistas, fue censurado y represaliado por el régimen zarista por anticiparse en el uso de la ciencia-ficción para la crÃtica social.
Valeri Y. Briúsov, uno de los fundadores del simbolismo ruso, reconocido intelectual y escritor, muy influenciado por las corrientes literarias europeas, aporta, a finales del siglo XIX, una visión crÃtica de la futura dictadura del proletariado y de la consecuente tiranÃa absolutista.
Serguei R. Mintslov especula acerca de un revolucionario aparato que permite reproducir hechos ocurridos en un lugar determinado gracias a la impregnación que provocan en las paredes.
Aleksandr P. Ivanov, en un relato que mezcla la anticipación con el terror, con evidentes ecos de Poe y Lovecraft, teoriza acerca de la paradoja del viajero en el tiempo.
Ignati N. Potápenko, ubica su relato anticipatorio a mil años vista de la fecha de su publicación,  en una sociedad altamente jerarquizada en la que los avances médicos convierten al ser humano en prácticamente inmortal.
Aleksandr A. Bogdánov, el escritor de ciencia-ficción más conocido de su generación gracias a Estrella Roja y El ingeniero Menni, conjetura también acerca de la posibilidad de alargar la vida humana y de los conflictos polÃticos, sociales y éticos que comportarÃa esa circunstancia, dificultades solubles únicamente en el marco de una sociedad socialista, aunque siempre quedarÃan sujetas al imprevisible factor humano.
Vivian A. Itin revisa las miserias y las grandezas del ser humano frente a diversas circunstancias y realidades alternativas bajo el prisma de un pesimismo ontológico que puede llegar a reducir al ser humano a una insensible máquina de generar respuestas.
Alekséi M. Vólkov, un enigmático escritor del que se poseen muy pocas referencias, contribuye con dos relatos que se encuadran en la tradición de las visitas de seres alienÃgenas a la Tierra.