Ringo mueve las fichas. Su madre es una abnegada ama de casa que atiende con paciencia los vaivenes del padre, desratizador aficionado a cargarse roedores azules, muy abundantes por aquel entonces. Sin embargo, y asà lo notamos desde que abrimos el libro, la estrella es Victoria Mir, loca que se tira a la vÃa de un tramo de tranvÃa en desuso y activa la imaginación del niño, que ve en el acontecimiento la potencia de la ficción dentro de la realidad, foco creativo muy superior a las surrealistas aventis que concibe junto a los amigos de su pandilla.
Victoria, y asà nos lo explicita el narrador, sufre un desengaño amoroso por culpa del señor Alonso, un ex futbolista cojo, omnipresente en su imaginación, caudal que aúna las peripecias de todos y cada uno de los personajes, que al estar alienados por la imposibilidad de progreso buscan vÃas de escape, sueños que enciendan llamas amenazadas que flirtean con la extinción. En este sentido las tres escalones sin meta de la montaña pelada ejemplifican muy bien el destino de un pueblo triturado, rendido al yugo y las flechas. Hay que seguir para adelante, y quien mejor ejecuta la melodÃa es Ringo porque carece de las responsabilidades propias de los adultos, a quienes observa con asombro, intuyendo más que entendiendo los problemas que les acucian. Él se preocupa por el cine, se sumerge constantemente en la literatura y encadena epifanÃas porque su edad asà lo permite y aconseja, desde el conocimiento hasta el sexo. Quizá uno de los mejores fragmentos del manuscrito es cuando el quinceañero penetra en el Barrio Chino, reino de lo prohibido con patatas bravas, gitanos, alcoholes, putas y el claroscuro del centro, terra ignota, área reservada a los que tienen pelos en los genitales y una cifra consentida por las autoridades en el carnet. En ese brillante episodio, magistralmente escrito y descrito, se superan fronteras del núcleo ancestral al meollo bajo el signo de la feminidad. No es nada casual que los dos hilos que vertebran el relato coincidan en un burdel que simboliza las ganas de Ringo y la impotencia de Abel Alonso, desquiciado tras tantos sinsabores hasta el punto de confiar su suerte a un mocoso extraviado en el laberinto del vicio que aún no le corresponde catar.
¿Más de lo mismo? ¿Repetición de viejos temas y recursos? Puede ser, pero perfeccionados. Un literato de esta categorÃa no tiene ninguna necesidad de justificarse ni apostar por novedades despampanantes. Se perdura con señas de identidad visibles. Su trayectoria le avala y esta novela es un espejo afinado que teje una fila tela polifónica donde cada rol, lugar y letra asumen un papel preponderante que en su diáfana expresión van más allá. Las apariencias engañan y cada puerta abierta encierra un misterio psicológico e identitario. El exterior marca el tempo. Los ojos ven. La mente determina, como si de esta manera los personajes se protegieran de un temor que impregna el aire e impide la naturalidad, ahogando sin llanto fÃsico la existencia, envejeciendo la piel a base de golpes bajos que arruinan porvenires. Violeta, la hija de Victoria, cuidado con tanta V, es el reflejo máximo con su fealdad facial que contrasta con esa belleza en las piernas que, no obstante, siquiera se agitan el domingo en las salas de baile grasientas porque su pelirroja propietaria rechaza uno tras otro a sus pretendientes y da ambiguas largas a Ringo, encandilado con la chiquilla sin reconocerlo.
En la escena final de Rocco ed i suoi fratelli de Luchino Visconti, el menor del clan abandona la fábrica Alfa Romeo y acaricia los carteles con el rostro de Alain Delon, boxeador, vinto vincitore que ha dado al benjamÃn las claves para no errar y escribir su destino con las teclas justas. Lo mismo acaece con Ringo. La adversidad afecta a los pobres, almas dependientes de decisiones de un escalafón putrefacto . Sus herederos sabrán cómo afrontarla y construir, airosos, su propio edificio.
[…] he echado un vistazo a las primeras páginas. El día anterior había empezado "Caligrafía de los sueños", de Juan Marsé. Otro libro que habla de pequeñas cosas, en forma de momentos, de vivencias, en una […]
[…] sueños’, de Juan Marsé. En la crítica al libro, Jordi Corominas dice en Revista de Letras que "La adversidad afecta a los pobres, almas dependientes de decisiones de un […]
[…] : Revista de letras […]
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