El concepto clave, el final y definitivo, es el que ya expresó el sociólogo Richard Sennet en alguno de sus ensayos: el respeto. A lo largo de este texto de Suketu Mehta (Calcuta, 1963), Esta tierra es nuestra tierra, manifiesto del inmigrante, la palabra respeto apenas aparece, pero la idea es el sustrato y es el horizonte. El sustrato por pertenecer al aprendizaje sentimental del individuo, del autor, y el horizonte al tratarse de la petición social que reclama una y otra vez. El respeto saldrá del pecho del individuo, pero se manifestará en los vÃnculos con las personas. Será lo más humano.
En realidad, Mehta lo que hace es organizar una suerte de ideas que se extienden por medios de comunicación y por redes sociales, por conversaciones y entre la vida comunitaria, y organizarlas para facilitar nuestra impresión sobre el fenómeno inmigratorio y la convivencia. Nos habla de casos particulares y de datos globales, y el libro va cargándose como se carga una bola de nieve: no hay expresiones veleidosas, pues la emoción que transmite, que se aproxima mucho al enfado, tiene que ver con la acumulación de razones. Sobre todo cuando aterriza y expone vivencias de primera mano, que a veces suceden en su lugar de residencia, Nueva York, y en otras ocasiones cuando ha partido para buscar la historia o las historias le surgen al encuentro, en episodios que podrÃan formar uno de los mejores libros de viajes que leeremos en mucho tiempo. Mehta nos recuerda, nos expone y da sentido a cada una de las facetas con que se malvive la inmigración, recomponiéndolas de tal modo que nos vayamos dando cuenta de que por nuestra parte carecemos de respeto y nos sobran prejuicios. Lamentablemente, estos prejuicios, que son violencia, se propagan en una epidemia de histeria a través de redes sociales.
El libro comienza con el fenómeno que define la inmigración, que es la frontera. Nos acerca a la de Estados Unidos con México y nos enfrenta a las paradojas de la gente que separa, marca territorio, crea barreras. Nos habla de la estafa que es el relato de la tierra prometida, por un lado, y de las contradicciones de una supuesta ideologÃa de raza frente a las intenciones de humanitarismo. También viajamos hasta los Emiratos Ãrabes, para conocer el esclavismo al que se somete al inmigrante y hasta a la franja de mar que separa Ãfrica de Europa, y a una costa donde conocerá a quienes sufragaron un viaje salvaje con su propio cuerpo. A continuación, Mehta habla sobre la colonización y la descolonización, presentando el expolio de la primera y la chapuza con que se ejecutó la segunda. Tanto una como otra son responsabilidad del occidente rico y cree que como tal deberÃa asumir cierta responsabilidad, como la de permitir el acceso a quienes sufren las consecuencias de la depredación. Ahora las grandes corporaciones han sustituido a los ejércitos, pero el fenómeno colonial persiste, apoyado por el selvático sistema financiero, que rige los pasos del mundo: “Los paÃses en desarrollo pierden en paraÃsos fiscales tres veces más que los 125 mil millones que obtienen de ayudaâ€. También es responsabilidad de los paÃses ricos este último fenómeno de refugiados, que son los que huyen de las consecuencias del cambio climático, y que se suman a los inmigrantes económicos y los refugiados polÃticos. Hay que temer, y mucho, las consecuencias de las guerras del agua, de las inundaciones, de las sequÃas.
“El refugiado, según el sociólogo polaco Zygmunt Bauman, trae consigo el espectro del caos y la anarquÃa que lo ha obligado a abandonar su tierraâ€, explica. Porque, por respeto, también intenta entender los miedos de quienes secundan los populismos de ultraderecha, una expresión que se nos antoja eufemÃstica a estas alturas y una vez comprobadas las consecuencias. Las decisiones gubernamentales y las polÃticas contra la inmigración que se implantan en paÃses como HungrÃa o Dinamarca (sÃ, Dinamarca también), comulgan con la tendencia que impuso Donald Trump, que se presenta como una persona desnortada, una expresión que también es un eufemismo, cuando coteja sus razones con la razón humana. Mehta, escritor con fundamento, arremete contra el odio que generan los relatos, contra la literatura histérica y la hipocresÃa que nos llega en conceptos de civilizaciones basados en ideas primarias, maniqueas. En ellos ve el germen de la xenofobia y la incitación a la limpieza étnica, un concepto que se divulgó durante las guerras de los Balcanes y que Mehta recupera. En realidad, tras los gobiernos plutocráticos, como el de Estados Unidos, y su navegación en esa corriente, denuncia, está la aporafobia, el odio al pobre, y el afán de mantener las jerarquÃas, el poder, el mal.
Pero Mehta no se limitará al estudio y la denuncia, pues irá aportando dosis de motivos, inteligentes y sensibles, para la aceptación de un planeta cosmopolita en el que en lugar de guetos se deberÃan crear senderos por los que circular todos. Desmonta uno a uno todas las leyendas xenófobas reclamando que se humanice a quienes aportan riqueza económica, social y cultural. Cuando Jesucristo lanza la parábola del buen samaritano, responde a la pregunta: “Maestro, ¿quién es el prójimo?â€. En Judea, los habitantes de Samaria eran considerados inmigrantes con menos derechos, por ser algo asà como extranjeros bárbaros. Ahora viene un escritor con mucho talento a recordarnos quién es el prójimo a través de un ensayo que deberÃan leer aquellos que todavÃa no han conseguido responder a esa pregunta, quien pone las banderas por delante de lo humano.